Expedición de Balmis
La expedición partió del puerto de La Coruña en 1803 dirigida por el médico militar español y cirujano Francisco Javier Balmis y con el un objetivo de propagar en América y Filipinas la vacuna contra la viruela que acababa de descubrir en 1796 el médico Edward Jenner.
En 1796 durante el momento de mayor extensión del virus de la viruela en Europa, el médico Edward Jenner, observó que las ordeñadoras de vacas lecheras adquirían ocasionalmente una especie de «viruela de vaca» por el contacto continuado con estos animales, y que era una variante leve de la viruela «humana», contra la que quedaban así inmunizadas.Tomó suero de esta vacuna y consiguió inocularlo a James Philips, un niño de 8 años. El pequeño mostró síntomas de la infección de viruela vacuna, pero mucho más leve, y no murió. El resto de los niños inoculados respondieron sorprendentemente bien.
Cinco años después de la publicación de este descubrimiento, en 1803, el rey de España Carlos IV, que había perdido a una de sus hijas por la viruela, María Teresa (1791-1794), aconsejado por su médico de corte Balmis, mandó organizar una expedición para extender la vacuna a todos los dominios de Ultramar (América y Filipinas).
En 1805 se mandó que se destinase a todos los hospitales una sala para conservar el fluido vacuno.
Fue Dirigido por Balmis, que partió de la Coruña con 22 niños que llevaban la vacuna en ellos mismos hasta América, y ejemplares del libro sobre la vacuna para garantizar la conservación del fluido en las ciudades visitadas y las vacunaciones futuras. Era la primera vez en la historia que se preparaba lo que ahora llamaríamos una misión humanitaria de medicina preventiva, y que significó uno de los primeros pasos para la erradicación de la enfermedad a escala mundial.
- ¿Cómo se inició?
En 1796 durante el momento de mayor extensión del virus de la viruela en Europa, el médico Edward Jenner, observó que las ordeñadoras de vacas lecheras adquirían ocasionalmente una especie de «viruela de vaca» por el contacto continuado con estos animales, y que era una variante leve de la viruela «humana», contra la que quedaban así inmunizadas.Tomó suero de esta vacuna y consiguió inocularlo a James Philips, un niño de 8 años. El pequeño mostró síntomas de la infección de viruela vacuna, pero mucho más leve, y no murió. El resto de los niños inoculados respondieron sorprendentemente bien.
Cinco años después de la publicación de este descubrimiento, en 1803, el rey de España Carlos IV, que había perdido a una de sus hijas por la viruela, María Teresa (1791-1794), aconsejado por su médico de corte Balmis, mandó organizar una expedición para extender la vacuna a todos los dominios de Ultramar (América y Filipinas).
En 1805 se mandó que se destinase a todos los hospitales una sala para conservar el fluido vacuno.
Fue Dirigido por Balmis, que partió de la Coruña con 22 niños que llevaban la vacuna en ellos mismos hasta América, y ejemplares del libro sobre la vacuna para garantizar la conservación del fluido en las ciudades visitadas y las vacunaciones futuras. Era la primera vez en la historia que se preparaba lo que ahora llamaríamos una misión humanitaria de medicina preventiva, y que significó uno de los primeros pasos para la erradicación de la enfermedad a escala mundial.
Busto de Francisco Javier Balmis
en la Facultad de Medicina de la UMH en San Juan de Alicante.
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